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Desde mi alféizar,
muriendo de deseo este invierno
por la ausencia de la primavera,
rondando la imagen del sol
en torno a mis cristales,
el viento se pasea
y el día calla.
Por ver
te veo, árbol,
con tus abiertos brazos
que me llaman tras de ti.
Y otro, más lejos,
bañado por esta luz
que impregna como lluvia
esta tormenta de sueños.
Aún alcanzo a divisar,
semi oculto,
tras mil nubes,
el color de este cielo.
Son las primeras horas
del instante anhelado;
el momento que, al llegar,
inflama de nostalgia
el minuto de recuerdo.
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.Vicente se fue y solamente queda esperar que este mundo nos regale con la presencia de más seres como él. Aguardando ese momento, contemplamos el rio que no cesa en su camino quedo y calmo... Lo vemos pasar mientras el día nace y muere, y vuelve a renacer...
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Siempre hay esperanza.
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Tan solo hay que buscarla...
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